Vivir el cristianismo
Los cristianos entendemos que la Escritura nos enseña a vivir en afinidad con la Palabra de Dios. A los creyentes se los insta a estar llenos del conocimiento de Su voluntad en toda sabiduría y plena comprensión espiritual, para que anden como es digno del Señor a fin de agradarle en todo; de manera que produzcan fruto en toda buena obra y que crezcan en el conocimiento de Dios. Este es un noble y sublime ideal, que quienes nos consideramos cristianos querremos abrazar y esforzarnos por alcanzar. Esta suerte de toque de trompeta que se hace oír en este pasaje es un llamado a aplicar a nuestra vida el conocimiento que poseemos de la sabiduría y entendimiento divinos, y así dar fruto, ahondar en nuestro conocimiento de Dios y llevar una vida digna que sea de Su agrado.
Una vida que agrada a Dios consiste precisamente en comprender lo que Dios nos enseña a través de Su Palabra y aplicar esa enseñanza. Así y todo, las complejidades de la vida diaria, la infinidad de decisiones que afrontamos, el peso de las obligaciones que consumen nuestro tiempo y la tentación de cometer irregularidades, entre otras cosas, hacen que a veces complacer a Dios y aplicar Su Palabra sea una empresa difícil. No obstante, la Escritura da a entender claramente que obedecer la Palabra de Dios es factor clave para seguir a Dios. Jesús lo subrayó cuando dijo:
Si me aman, obedezcan Mis mandamientos.
Si guardan Mis mandamientos, permanecerán en Mi amor, así como Yo he guardado los mandamientos de Mi Padre y permanezco en Su amor.
Lee la introducción completa a esta serie
- La protección de la vida humana, 1ª parte: Defensa propia
- La protección de la vida humana, 2ª parte: Guerra
- La protección de la vida humana, 3ª parte: Suicidio
- La protección de la vida humana, 4ª parte: Eutanasia
- La protección de la vida humana, 5ª parte: El aborto
- La protección de la vida humana, 6ª parte: Envejecimiento y muerte, 1
- La protección de la vida humana, 6ª parte: Envejecimiento y muerte, 2