• Amamos a Dios porque Él nos amó primero.

  • El mundo pasará; pero la Palabra de Dios permanecerá para siempre.

  • Oren sin cesar. Den gracias en todo.

  • Si puedo hacer algún bien, permíteme hacerlo ahora.

  • Dios es bueno. Siempre.

Áncora

  • Renovación

    Virginia Brandt Berg

    [Renewal]

    «Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará» (Mateo 6:6). Ese lugar secreto es también un lugar de renovación, de renovación de la mente.

    Romanos 12, habla claramente de esto: «Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta». (Romanos 12:1–2).

    Del maravilloso grupo de verdades de esos versículos, tomamos una pequeña pepita de oro, la frase que dice: «la renovación de su mente», porque no hay un lugar donde la mente pueda renovarse tan plenamente como estando a solas con Dios en aquel lugar secreto. Cuando te apartas de las cosas temporales que te distraen y asedian y en la presencia del Señor te concentras en las cosas de Dios, en Su majestad y gloria, entonces el poder transformador de Dios entra en acción.

    Y nos vemos transformados por la renovación de nuestra mente. Esto es vital porque en la mente es donde primero se concibe el pecado. Donde primero nos ataca el Diablo es en nuestros pensamientos; esa es la puerta por donde encuentra entrada. Sin embargo, gracias a Dios, le podemos cerrar esa puerta. Habrás descubierto, como lo hice yo, que el Enemigo procura ponerte pensamientos desalentadores en la mente en los momentos difíciles, cuando te encuentras en medio de severas pruebas.

    La renovación de la mente nos fortalecerá para correr la carrera y, como dice la Palabra de Dios, el ánimo no desmayará. En nuestros pensamientos es donde primero ataca el desaliento. Hebreos 12, versículo 3: «Considerad a Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar».

    De nada sirve hablar de victorias y usar palabras alegres, pero al mismo tiempo tener pensamientos derrotistas y desalentadores. Podemos, por un acto de nuestra propia voluntad, sacarnos de encima tales pensamientos y pensar en Dios y en las muchas cosas maravillosas que Él dice en Su Palabra.

    Es vital que tengas algunos versículos memorizados para que puedas emplear velozmente la espada del Espíritu cuando te ataque el Enemigo. Y al poco rato te elevarás por encima de los pensamientos oscuros y desalentadores y sentirás el poder transformador de Dios que renovará tus pensamientos. Quien no haya aprendido a renovar su mente cuando ve que sus pensamientos lo están tirando para abajo, no podrá invocar la promesa que aparece en este versículo, a fin de que pueda comprobar cuál sea la «buena voluntad de Dios, agradable y perfecta» (Romanos 12:2). Eso sería una tragedia, habida cuenta de que es una tragedia no conocer la voluntad de Dios para tu vida.

    De modo que, cuando el Enemigo te tiente con pensamientos negativos del tipo que sean, y le cierres la puerta en las narices, piensa en Cristo y en las verdades de la Palabra, y entonces el poder edificante y transformador prometido en el mencionado versículo te dará la victoria sobre todo pensamiento malo y podrás participar más y más de la naturaleza divina. Al ir formando el hábito de pensar en Dios, como resultado de leer Su Palabra, de pensar los pensamientos del Señor, poco a poco, de acuerdo a 2 Corintios 10:5, sucederá lo siguiente: Derribarás «argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo».

    Lo que marca la gran diferencia en ese versículo es la palabra Cristo. El año pasado visité la casa de una mujer que estudiaba minuciosamente la ciencia de la mente y se esforzaba de continuo por pensar de un modo positivo, pero siempre caía derrotada en su afán por pensar positivamente. Me recordó al niñito a quien su madre finalmente le dijo que si no se sentaba, lo iba a castigar. Bueno, finalmente el pequeño se sentó, pero al poco rato dijo con un tono de voz rebelde: «¡Estoy sentado, sí, pero quiero que sepas que por dentro sigo de pie!»

    La cosa es que esta buena mujer tenía por fuera un barniz de autocontrol, pero por dentro hervía. No era cristiana y cuando renunciaba a sus pensamientos negativos, no tenía nada concreto a que aferrarse. No tenía a Cristo para que la ayudara ni todas las maravillosas verdades de la Palabra de Dios para meditar. El cristiano tiene una gran ventaja.

    Fíjense una vez más en este versículo: «Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios y llevando cautivo todo pensamiento a la obedecía a Cristo». Yo creo en el pensamiento positivo y existe una ciencia de la mente, pero en ninguno de los dos hay salvación ni vida eterna.

    La Palabra de Dios dice que en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el Cielo en que podamos ser salvos. (Véase Hechos 4:12.) Piensa en los siguientes versículos. David dijo: «Tus testimonios son mi meditación» (Salmo 119:99). Y en 2 Corintios 11:3 dice: «Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo».

    Al principio no es fácil de manera deliberada, por pura voluntad, poner tus pensamientos en Dios, en Su Palabra, en Su amor, en Sus verdades. Pero gradualmente, por un principio de repetición, tus pensamientos pueden ser llevados cautivos a Cristo. Recuerda que Dios nunca te pide algo que no se pueda hacer. Nunca nos pide que hagamos lo que nos resulte imposible.

    Esto es Su Palabra y Su Palabra es verdad. Dios no miente. Su Palabra permanece inalterable, eterna, firme. Dios lo dice y es así porque Dios lo dijo.

    Hagamos una oración al respecto: Te damos gracias, Padre, por Tu preciosa Palabra, maravillosa por la forma en que ayuda, tan cierta. Te pedimos que nos des fe por Tu bendita Palabra, para que cuando la leamos, sepamos que es Dios quien está hablando y para que Sus verdades conquisten nuestro corazón.

    Te pedimos, Señor, que nada en nuestra vida se exalte o se eleve por encima de la mente de Dios, sino que tengamos también en nosotros esa mente que hubo en Cristo Jesús (Filipenses 2:5), para que al fin podamos decir con el salmista: «Me anticipo al alba e imploro; Tu palabra es lo que espero. Mis ojos se adelantaron a las vigilias de la noche para meditar en Tus palabras» (Salmo 119:147,148).

    Que Dios los bendiga y haga de ustedes una bendición. Y no olviden que, Él sigue en el trono y la oración cambia las cosas.

    Texto adaptado de una transcripción del programa Momentos de meditación. Publicado en Áncora en marzo de 2023.

     

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Rincón de los Directores

  • Tener más perseverancia

    [Growing in Perseverance]

    Hace poco, me contaron unas experiencias muy traumáticas que enfrentó una persona y su grupo cuando llevaban a cabo su misión de ayudar a otros. Empecé a pensar en lo importante que es en nuestra vida la cualidad de la perseverancia, a medida que seguimos a Jesús.

    Debemos tener fe para lo que el Señor nos indica que hagamos. Hace falta perseverancia para obedecer a Dios, a fin de ir a donde nos envía, o quedarnos donde Él quiere que estemos. Hace falta confiar para permitirle que dirija nuestros caminos. Sean cuales sean los desafíos que lleguen a nuestra vida, con frecuencia esos momentos sirven como capacitación para nuestra perseverancia porque, como dijo Jesús «El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel» (Lucas 16:10; RVR1995).

    Ninguno de nosotros sabe lo que nos deparará el futuro en esta vida, pero necesitamos perseverar en fe y obediencia a la voz del Señor, en la forma que llegue. Algunas personas enfrentan situaciones en que su perseverancia y fe son probadas hasta el límite y de maneras que no estoy segura que yo podría soportar; pero ellas siguen perseverando. Sin embargo, independientemente de las dificultades que ustedes enfrenten, las soluciones siguen siendo las mismas: acudir a Jesús, buscar Su voluntad y ser fieles en lo que sea que Él les indica que hagan.

    Jesús ha prometido que a medida que nos aferramos a Él, nos dará lo que necesitamos para poder perseverar. Algunas personas, como las que mencioné al principio de este artículo, trabajan en catastróficas circunstancias, mientras rescatan y cuidan a los que enfrentan trauma, dolor y sufrimiento que va más allá de lo que la mayoría de nosotros puede siquiera imaginar. Eso puede ser traumático para los que sirven a los demás y a veces el sufrimiento les destroza el corazón; pero no dejan de luchar, dar y perseverar.

    No podemos captar de manera completa la inmensa pérdida y sufrimiento que soportan algunas personas. Sin embargo, creo que esa perseverancia que nace de la fe es lo que permite que todos los que aman a Dios se aferren a Él, a pesar de lo que estén pasando.

    Por lo visto, algunos principios siempre se aplican, sean cuales sean las dificultades que enfrenten. Así pues, los principios son los mismos, aunque algunas cosas que incluyo en este artículo a modo de ejemplo pueden parecer pequeñas comparadas con las pruebas intensas que algunas personas puedan estar enfrentando. Lo que cambia es el grado de dificultad y el nivel de perseverancia necesarios para superar esas dificultades. Cada paso de crecimiento en la perseverancia nos prepara para la siguiente batalla y la consiguiente victoria. Un ejemplo de lo que hablo es el poema No te rindas de Edgar Guest. Las ideas que se presentan en este poema pueden aplicarse a los desafíos que enfrentemos.

    Cuando salgan mal las cosas, como sucede a veces,
    cuando el camino que transitas empinado parece,
    cuando los fondos sean escasos y las deudas elevadas,
    y quieres sonreír pero pones cara cansada,
    cuando los problemas te agobien,
    descansa, si es preciso, pero no desistas.

    El éxito es el fracaso al revés,
    el destello esperanzador en las nubes de la duda.
    Nunca sabrás lo cerca que estás.
    Puede estar cerca, aunque no lo parezca.
    Cuando más duro te den en la lucha, persiste;
    ese es el momento en que no debes rendirte.

    Encontré un sencillo ejemplo de cómo alguien llegó a comprender mejor la importancia y valor de la perseverancia. Podemos aplicar el principio a lo que creemos que Dios nos ha pedido que hagamos.

    Un hombre estuvo en la esquina de una calle entregando folletos. Después de meses sin ver resultados, se rindió y se dedicó a actividades comerciales. Varios años después, pasó por la misma esquina y vio a un joven que distribuía folletos.

    Dijo para sus adentros: «Piensa que las personas cambiarán por lo que él hace. ¿Cuánto tiempo pasará antes de que se dé cuenta de que sus esfuerzos son inútiles?»

    Por curiosidad, habló con el joven.

    —Admiro lo que haces, pero tengo curiosidad. ¿Por qué repartes folletos en esta esquina en particular?

    —Señor, hace años un hombre daba folletos en este mismo lugar. Me dio uno. No lo leí de inmediato, pero un día sí lo hice. Y acepté a Jesús como mi Salvador, y transformó mi vida. ¿Le gustaría leer un ejemplar del folleto que él me dio?

    El joven le entregó un ejemplar y se trataba del mismo folleto que una vez aquel hombre había dado a muchas personas, sin creer que sus esfuerzos transformaran vidas.

    Eso nos da elementos para la reflexión. Si cambió la vida de una persona, ¿cuántas otras personas también pueden haber aceptado al Señor por medio de ese pequeño folleto?

    La perseverancia en lo que Jesús nos ha indicado que hagamos también puede manifestarse en nuestra vida de oración, o al seguir en un empleo o ministerio, o al cuidar a alguien, o al hacer otra tarea que pueda parecer rutinaria y que tal vez requiera sacrificios o desafíos que podría tentarnos a rendirnos. Perseverar en nuestra vida para Jesús es una declaración de fe y confianza en Dios sin condiciones, y a medida que perseveramos, podemos transformar el mundo al cambiar nuestra parte del mismo.

    Al hablar con uno de nuestros integrantes sobre el costo de la perseverancia, él citó un poema que me pareció que era el Señor quien me hablaba. Me ayudó a recordar que con el Señor nada es imposible, incluso nuestra constante perseverancia. Curiosamente, también es un poema de Edgar Guest. Como me animó, lo incluyo también en este artículo para ustedes.

    Alguien dijo que no, que no se podía;
    mas él, con risita ahogada,
    replicó: «Quizá no», aunque él no lo diría
    sin haberlo probado ni nada.
    Se lanzó a trabajar sin pensárselo más;
    si vaciló, demostrarlo no quiso.
    Se puso a cantar y emprendió con afán
    lo que no se podía, ¡y lo hizo!

    «Imposible —se burlaron los compañeros—,
    ¡pues nadie lo ha hecho hasta ahora!»
    ¡Pero él se quitó su chaqueta y sombrero
    y empezó a trabajar sin demora!
    Animoso y tenaz, con alegre ademán,
    sin flaquear ni mostrarse indeciso,
    se puso a cantar y emprendió con afán
    lo que no se podía, ¡y lo hizo!

    Miles habrá que dirán: «No se puede»
    y augurarán tu fracaso;
    miles habrá que muy bien te recuerden
    peligros que hallarás a tu paso.
    Pero tú sé audaz, animoso y tenaz,
    y lánzate con alegría;
    ¡comienza a cantar sin pensártelo más
    y harás lo que «no se podía»!

    Él explicó que hace años, cuando enfrentaba una situación que lo dejó esforzándose para seguir adelante para el Señor, encontró este poema. Era precisamente lo que necesitaba que le recordaran. Lo memorizó, y lo alentó a perseverar en esos tiempos difíciles.

    Jesús puede valerse de una variedad de cosas para ayudarnos a perseverar en lo que enfrentemos en la vida. Claro, en última instancia, las promesas de Dios son el fundamento en el que debemos apoyarnos. Sin embargo, también se vale de muchas otras cosas para animarnos y motivarnos a seguir luchando.

    La gratitud es muy importante y puede inspirar perseverancia en lo que el Señor nos pide que hagamos. Es fácil, en situaciones muy difíciles, perder de vista el poder de la gratitud. Sin embargo, el hecho es que si Dios no nos diera otro regalo o bendición, de todos modos, estamos en deuda con Él, más de lo que podríamos esperar devolverle. Esa es la sencilla verdad.

    A pesar de lo que tal vez enfrentemos en el presente, hay incontables razones para perseverar y no dejar de seguir a Dios. Tenemos un Dios perfecto que se alegra al mantenernos en Su brazos eternos. Provee lo que necesitamos más, y Su perdón y misericordia son desde la eternidad y hasta la eternidad.

    Es posible que en el presente la situación se vea sin esperanza y crítica, pero la verdad es de todos modos la verdad. Debemos luchar contra la tentación a dudar, pero en esos momentos la fe y la perseverancia pueden ayudarnos a no abandonar.

    Todos hemos visto el poder de la perseverancia ilustrada en muchos relatos en la Biblia, y también en testimonios, relatos, libros y películas. En muchos casos, se describe una situación imposible donde las circunstancias o mal causan lo que parece una derrota segura. En esas circunstancias dramáticas, la persona de Dios, o el héroe o heroína, se encuentra abrumada y luego se desvanece entre el humo, el caos y la escena de devastación.

    Todo parece perdido, y nuestro corazón se ve tentado a caer en la desesperanza, porque no podemos imaginar que alguien pueda sobrevivir a esas cosas. Sin embargo, entonces, se ve algo entre el humo y la destrucción; empieza a surgir un rayito de esperanza. Aunque golpeado y sangrante, el vencedor aparece entre el humo, sigue todavía luchando y avanzando, ¡decidido a no rendirse!

    Esa es una buena ilustración de la perseverancia. Creo que esas ilustraciones animan a la mayoría de las personas, porque las semillas de verdad que Jesús plantó en nuestros corazones nos recuerdan que, a medida que nos aferramos a Él y seguimos luchando con perseverancia, vencerá Su poder en nosotros.

    A veces las personas pueden pensar que deben tener una gran cualidad que se llama fe. En otro artículo ahondaré todavía más en el tema de lo que es la fe. Sin embargo, en esencia, la fe en Dios simplemente es creer y confiar en Su amor por ustedes.

    Nuestra fe, como la defino aquí, es lo que necesitamos a fin de perseverar al servicio de Jesús, incluso cuando parezca que no somos exitosos ni hacemos progresos que puedan verse o medirse en el presente. Podemos seguir adelante si el Señor dejó claro que deberíamos seguir por este camino aquí y ahora. Es posible que pase mucho tiempo antes de que sepamos lo que logró nuestra perseverancia (o quizá lo sabremos en la otra vida); por eso la Biblia dice: «Porque por fe andamos, no por vista» (2 Corintios 5:7; RVR 1995).

    A veces, en medio de una batalla, es posible que nos parezca que no queremos oír otro recordatorio de que el Señor quiere que sigamos adelante por fe. Todos somos humanos, y hay momentos en que nos cuesta seguir adelante. A veces, tal vez incluso caemos en la desesperanza por un tiempo. Sin embargo, si nos encontramos en ese estado, la respuesta es volver a levantarnos. Un antiguo proverbio japonés dice: «Si caes siete veces, levántate ocho».

    Recientemente encontré unos versículos y frases que había compilado hace ya varios meses. Espero que sean una bendición para ustedes y que les dé el impulso adicional que necesitan para seguir perseverando hasta que llegue la victoria.

    * * *

    La perseverancia es más que el aguante. Es resistencia combinada con la absoluta seguridad, la certeza de que lo que Dios nos dice es lo que va a ocurrir.  Oswald Chambers

    Con perseverancia el caracol alcanzó el arca.  Charles Spurgeon

    Si quieres llegar a ser algo en la vida, ten en cuenta que tu éxito no dependerá de tu brillantez ni de la impetuosidad con que agarres algo, sino de la eterna y sagrada tenacidad con la que te aferres a ello una vez que lo hayas agarrado.  Dr. A. B. Meldrum

    Lo único que garantiza un fracaso es dejar de intentarlo.  John C. Maxwell

    Las grandes obras se llevan a cabo, no por fuerza, sino por la perseverancia.  Samuel Johnson

    Cuando tarda en llegar la respuesta a una oración, eso no significa que a Dios no le importa, sino que tiene un propósito mayor al elegir el momento oportuno. ¡Confía en Él!  Rick Warren

    La perseverancia es un elemento esencial al orar con éxito, como en cualquier otro ámbito de conflicto.  E. M. Bounds

    Por muy oscura y sin esperanza que parezca una situación, nunca dejes de orar.  Billy Graham

    La fe que sin cesar busca seguir a Dios, también complace a Dios.  Francis Frangipane

    Siempre es demasiado pronto para dejar de orar, incluso cuando orar es lo último que parece que podemos hacer.  Harold Lindsell

    La persistencia en la oración no cambia a Dios. Nos modela para la respuesta.  Bill Johnson

    Trabaja como si todo dependiera del trabajo y ora como si todo dependiera de la oración.  William Booth

    El camino al Cielo es ascendente; debemos estar contentos de ir en subida, aunque sea difícil y agotador, y contrario a la inclinación natural de nuestra carne.  Jonathan Edwards

    Los obstáculos son esas cosas espantosas que ves cuando apartas la vista de la meta.  Henry Ford

    Nunca te rindas, pues ese es el lugar y el momento en que cambiará la situación.  Harriet Beecher Stowe

    Siempre estamos en la fragua o en el yunque; por medio de las pruebas Dios nos moldea para prepararnos para cosas más sublimes.  Henry Ward Beecher

    La perseverancia en la oración no es vencer la renuencia de Dios, sino más bien asir la voluntad de Dios. Nuestro Dios soberano a veces requiere de la oración perseverante como un medio para llevar a cabo Su voluntad.  William Thrasher

    Si estás pasando por un infierno, no te detengas.  Winston S. Churchill

    Es posible que enfrentes muchas derrotas, pero nunca debes estar derrotado. De hecho, puede ser necesario que encuentres derrotas, a fin de que sepas quién eres, lo que puedes superar, y que de todos modos puedes salir de ello.  Maya Angelou

    En la obra del Señor me canso, pero no estoy cansado de ello.  George Whitefield

    No puedes aprender a perseverar a menos que hayas luchado en la adversidad y en el período que la siguió. El dolor se convierte en propósito, el sufrimiento en satisfacción, la derrota en determinación, la pena en compasión, y la desesperanza en una victoria celestial cuando cada una de esas cosas se ha sometido a la perseverancia, nacida de la fe.  Anónimo

    * * *

    Con frecuencia, lo último que leemos en un artículo es lo que recordamos más. Así pues, parece apropiado que terminemos con versículos para estimular nuestra determinación y perseverancia para seguir a Jesús.

    Así que no pierdan la confianza, porque esta será grandemente recompensada. Ustedes necesitan perseverar para que, después de haber cumplido la voluntad de Dios, reciban lo que Él ha prometido.  Hebreos 10:35–36 (NVI)

    Sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante Su llamamiento celestial en Cristo Jesús.  Filipenses 3:12-14 (NVI)

    Por tanto, también nosotros, que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos, despojémonos del lastre que nos estorba, en especial del pecado que nos asedia, y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Así, pues, consideren a aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo.  Hebreos 12:1-3 (NVI)

    También [nos regocijamos] en nuestros sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado Su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado.  Romanos 5:3-5 (NVI)

    He peleado la buena batalla, he terminado la carrera, me he mantenido en la fe. Por lo demás me espera la corona de justicia que el Señor, el juez justo, me otorgará en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que con amor hayan esperado Su venida.  2 Timoteo 4:7,8 (NVI)

    Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió.  Hebreos 10:23 (NBLA)

    Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman.  Santiago 1:12 (RVA-2015)

    No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.  Gálatas 6:9 (NVI)

     

  • Mar 14 1 Tesalonicenses: Capítulo 4 (2ª parte)
  • Feb 28 1 Tesalonicenses: Capítulo 4 (1ª parte)
  • Feb 21 Nuestro Dios de liberación
  • Feb 14 1 Tesalonicenses: Capítulo 3
  • Ene 31 1 Tesalonicenses: Capítulo 2 (2ª parte)
  • Ene 17 1 Tesalonicenses: Capítulo 2 (1ª parte)
  • Ene 3 1 Tesalonicenses: Capítulo 1
  • Dic 6 1 Tesalonicenses: Introducción
  • Nov 29 Esperanza en Navidad
   

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