• Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

  • El mundo pasará; pero la Palabra de Dios permanecerá para siempre.

  • El futuro es tan prometedor como las promesas de Dios.

  • La oración es subir hasta el corazón de Dios. Martín Lutero

  • Pon tu mano en la mano de Dios.

Áncora

Devocionales presentados de forma sencilla

  • Superar obstáculos

    De la serie «Una vida más feliz»

    [Overcoming Obstacles]

    El tema de fondo

    Al estudiar los logros de personas famosas, exploradores y pioneros en la Historia, se hace evidente que hicieron falta años de planificación e ingeniería laboriosa antes de que llegaran a ser una realidad los mayores logros, los descubrimientos científicos, la arquitectura y las obras de arte. Y no solo eso, sino que hizo falta alguien con proyección hacia el futuro, perseverancia y determinación para superar los obstáculos y persistir en su objetivo hasta verlo realizado.

    La Biblia emplea analogías deportivas, como por ejemplo correr en la carrera, para expresar la realidad de que las metas no se alcanzan y la victoria no se consigue simplemente al cruzar la línea de meta. Hace falta aguante, tenacidad y perseverancia, y voluntad para luchar frente a los obstáculos y la oposición a fin de alcanzar la meta. Eso es tan cierto en la vida espiritual de los cristianos como en los deportes, con esta diferencia importante: la victoria requiere depender de las fuerzas del Señor y no de las nuestras, y mantener los ojos en Jesús, el autor y consumador de nuestra fe (Hebreos 12:2).

    En términos modernos, el apóstol Pablo lo explicó así: «Así pues, corran para ganar. A fin de ganar una competición, deben abstenerse de muchas cosas que les impedirían esforzarse al máximo. Un atleta se toma todo esa molestia solo para ganar una cinta azul o una copa de plata, pero nosotros lo hacemos para conseguir una recompensa celestial que nunca desaparece. Entonces, corro en dirección a la meta, con propósito a cada paso. Yo lucho para ganar. No boxeo con un adversario imaginario ni estoy jugando simplemente» (1 Corintios 9:24–26).

    Correr la carrera con perseverancia

    Permítanme contarles la historia de una joven que nació en una familia muy pobre, en una cabaña de una región apartada en el campo de Tennessee. Fue la número 20 de una familia con 22 hijos. Nació prematuramente y frágil. No se sabía si lograría sobrevivir. Cuando tenía cuatro años de edad, tuvo pulmonía doble y escarlatina, una combinación mortal que la dejó con la pierna izquierda paralizada. Tuvo que llevar una órtesis de hierro en esa pierna. Sin embargo, fue afortunada al tener una madre que la animaba.

    Pues bien, aquella madre le dijo a la niñita —que era muy inteligente— que a pesar del aparato ortopédico y de esa pierna, ella podría lograr grandes cosas. Le dijo que todo lo que tenía que hacer era tener fe, persistencia, valor y un espíritu indomable.

    Así pues, a los nueve años, la niñita se quitó el aparato ortopédico de la pierna y dio el paso que los médicos le dijeron que nunca daría normalmente. En cuatro años, desarrolló un paso rítmico, que fue una maravilla médica. Luego, aquella niña tuvo la idea increíble de que sería la mejor corredora del mundo. Ahora bien, ¿qué quería decir? ¿Ser corredora con una pierna como esa?

    A los 13 años, participó en una carrera. Fue la última en llegar. En la secundaria, participó en todas las carreras y en todas ellas tuvo el último lugar. Todos le rogaban que se rindiera. Sin embargo, un día, terminó la carrera en el penúltimo lugar. Y luego llegó el día en que ganó una carrera. A partir de entonces, Wilma Rudolph ganó todas las carreras en las que participó.

    Wilma asistió a la universidad del estado de Tennessee, donde conoció al entrenador Ed Temple. El entrenador Temple vio el espíritu indomable de la muchacha, que era creyente y tenía un gran talento natural. La preparó tan bien que en 1960 fue a las Olimpiadas en Roma.

    Allí enfrentó a la mejor corredora de aquella época, la alemana Jutta Heine. Nadie había derrotado a Jutta. Pero en la carrera de los 100 metros planos, ganó Wilma Rudolph. Derrotó de nuevo a Jutta en los 200 metros. Wilma acababa de conseguir dos medallas de oro en las Olimpiadas.

    Finalmente, llegó a la carrera de relevos de 400 metros. Volvería a ser Wilma contra Jutta. Las primeras dos corredoras del equipo de Wilma hicieron perfectamente la entrega del testigo. Pero cuando la tercera corredora hizo la entrega a Wilma, estaba tan emocionada que dejó caer el testigo, y Wilma vio a Jutta alejarse por la pista. Era imposible que alguien pudiera alcanzar a aquella muchacha veloz, ágil. ¡Pero Wilma lo hizo! Wilma Rudolph había ganado su tercera medalla de oro en las Olimpiadas.

    Aquel día, Wilma hizo historia al convertirse en la primera mujer que ganaba tres medallas de oro en las mismas Olimpiadas. Y habían dicho que ella nunca lograría volver a caminar.  Brian Cavanaugh1

    Nunca te rindas

    No eres un fracasado hasta que te rindes, y siempre es demasiado pronto para darte por vencido. Dios se vale de los momentos difíciles para probar tu persistencia. La diferencia entre las personas fieles y las que no lo son es que las infieles se rinden ante la primera señal de dificultad. Las personas fieles siguen adelante.

    Los que son fieles están decididos. Las personas fieles son diligentes; son persistentes. Los fieles no saben rendirse. ¿Sabes cómo una pequeña bellota llega a ser un roble? Un roble es solo una bellota que se negó a rendirse. […]

    Si ahora mismo pasas por momentos difíciles, estos versículos son para ti: «Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades!» (2 Corintios 4:16,17).

    A Dios le interesa más en qué estás convirtiéndote que lo que te está sucediendo. En muchos casos, el Señor permite en tu vida padecimientos, dificultades, tribulaciones y problemas a fin de enseñarte diligencia y determinación, y formar tu carácter. ¿Y los problemas que tienes ahora mismo? Son una prueba de tu fidelidad. Aunque la vida sea terrible, ¿seguirás sirviendo a Dios?

    «No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos» (Gálatas 6:9).  Rick Warren2

    Una perla de sabiduría

    Una ostra del fondo del mar abrió su concha de par en par para dejar entrar el agua refrescante. Mientras pasaba el agua, las branquias recogían alimento y lo enviaban al estómago. De pronto, pasó por allí un inmenso pez, y de un coletazo levantó una nube de arena. ¡Arena! Qué poca gracia le hacía la arena a la ostra. Era tan áspera que le amargaba la vida y le producía gran incomodidad. Qué mal lo pasaba cada vez que entraba un poco de arena en su interior. La ostra se apresuró a cerrar la concha de golpe, pero ya era tarde. Un molesto granito de arena había logrado introducirse entre su cuerpo y la concha.

    ¡Cómo fastidiaba a la ostra aquel granito de arena! Pero casi al instante, unas glándulas con las que Dios la había dotado se activaron y comenzaron a envolver el incómodo granito de arena con una sustancia preciosa, suave, anacarada. Año tras año, la ostra añadía más capas de aquella sustancia al granito de arena, hasta que terminó produciendo una hermosa perla reluciente de gran valor.

    A veces nuestras molestias y defectos son en cierta forma como ese granito de arena. Nos irritan y no nos explicamos por qué los tenemos y por qué nos producen tanto desagrado e incomodidad. Sin embargo, si permitimos que Dios obre en nuestra vida, Su gracia comienza a obrar milagros con nuestros problemas y flaquezas. Dios escribe derecho con renglones torcidos, y no tarda en transformar los toscos granos de arena que nos trae la vida en valiosas perlas de entereza, que llegan a ser fuente de esperanza y contribuyen a levantar el ánimo de muchas otras personas.

    Reflexionemos...

    Los pequeños problemas y preocupaciones de la vida pueden ser como escollos en nuestro camino, o podemos emplearlos como peldaños para tener un carácter más noble y para dirigirnos al Cielo. En muchos casos, los problemas son los instrumentos que Dios utiliza a fin de moldearnos para algo mejor.  Henry Ward Beecher

    Tengan ánimo. No piensen en los fracasos de hoy, sino en los éxitos que pueden llegar mañana. Se han impuesto una tarea difícil, pero tendrán éxito si perseveran; y encontrarán alegría al superar los obstáculos. Recuerden, no se pierde ningún esfuerzo que hagamos para alcanzar algo bello.  Helen Keller

    Dios nunca dijo que el viaje sería fácil, pero sí dijo que la llegada valdría la pena.  Max Lucado.

    Lo que dice la Biblia…

    Por tanto, también nosotros que estamos rodeados de una nube tan grande de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante. Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe.  Hebreos 12:1,2

    Si corriste con los de a pie y te cansaron, ¿cómo, pues, vas a competir con los caballos? Si caes en tierra de paz, ¿cómo te irá en la espesura del Jordán?  Jeremías 12:5

    No es que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.  Filipenses 3:12

    Publicado en Áncora en febrero de 2025.


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Rincón de los Directores

Estudios bíblicos y artículos edificantes para la fe

  • 1 Corintios: Capítulo 7 (versículos 17-40)

    [1 Corinthians: Chapter 7 (verses 17–40)]

    En el artículo anterior vimos que Pablo trató asuntos sobre el matrimonio y la sexualidad. En la siguiente sección de este capítulo pasa a desarrollar el tema de que cada persona lleve la vida a la que Dios lo ha llamado.

    Solamente que viva cada uno como el Señor le asignó, y tal como era cuando Dios lo llamó; así ordeno en todas las iglesias (1 Corintios 7:17).

    El hincapié que hace en «llamar» amplía lo que escribió en el versículo 15: Dios los ha llamado a vivir en paz. En parte, los creyentes viven en paz porque conocen y siguen el llamado divino. Pablo establece claramente su argumento de que Dios llama a gente que se encuentra en diversas situaciones, como lo explicará más adelante en términos generales. Esas situaciones abarcan su categoría social, condición matrimonial y formación religiosa. Dios tiene una razón de ser para los cristianos en la situación en que se encuentren, y Pablo se refiere a ello como «la condición en que fue llamado» y la vida que el Señor le ha asignado.

    Con ello Pablo no infería que los creyentes debían permanecer invariablemente dentro de la categoría o posición que ocupaban en la sociedad. Lo que expresó es que debían saber que Dios los ha llamado, seguir lo que Él les ha indicado y llevar la vida que les ha asignado. La perspectiva de Pablo es que por lo general los creyentes deben permanecer en el estado en que se encuentran en sus relaciones y servicio, a menos que Dios los asigne a otras tareas.

    ¿Fue llamado alguien ya circuncidado? No disimule su circuncisión. ¿Ha sido llamado alguien incircunciso? No se circuncide. La circuncisión no es nada, y la incircuncisión no es nada; más bien, lo que vale es guardar los mandamientos de Dios. Cada uno permanezca en la condición en que fue llamado (1 Corintios 7:18-20).

    El apóstol demostró que ni la circuncisión ni la incircuncisión tenían importancia. La ley veterotestamentaria, que exigía la circuncisión masculina como distintivo de la alianza de Dios con Su pueblo, había quedado desfasada y no era ya requisito para los cristianos. Pablo se opuso a los cristianos judíos que abogaban por que los conversos gentiles se circuncidaran. Recordó a los corintios que él siempre defendió a los incircuncisos dentro la iglesia y no permitió que otros los convencieran de que para salvarse o adquirir prestigio dentro de ella era necesario circuncidarse.

    Estén o no circuncidados, los creyentes deben permanecer en el estado en que se encuentran y no dejarse convencer de cambiar; tampoco deben enorgullecerse de estar o no circuncidados. Si bien en términos generales Pablo consideraba que los incircuncisos debían mantenerse como tales, en cierto momento alentó a Timoteo a circuncidarse en aras de la paz de la iglesia (Hechos 16:3); sin embargo, nunca enseñó que la circuncisión fuera una exigencia.

    ¿Fuiste llamado siendo esclavo? No te preocupes; pero si puedes hacerte libre, por supuesto procúralo (1 Corintios 7:21).

    En el Nuevo Testamento la palabra griega doulos se traduce de diversos modos. Puede ser siervo o esclavo, según la Biblia que se lea y el contexto del versículo. La versión Reina Valera Antigua traduce doulos como siervo —tal es el caso de este pasaje— cuando se refiere a un tipo de servidumbre más limitado[1]. Pablo les recuerda a los corintios que si alguien era esclavo (o siervo) al momento en que se hizo creyente, no debiera sentirse presionado a cambiar de posición social. Por otra parte, si podía obtener su libertad, debía hacerlo.

    Porque el que en el Señor es llamado siendo esclavo, es hombre libre del Señor. De igual manera, también el que es llamado siendo libre, es esclavo del Señor (1 Corintios 7:22).

    Explicó por qué los siervos y los esclavos no debían desmoralizarse por motivo de su categoría social. Todo creyente que esté esclavizado o en servidumbre es un liberado del Señor. En aquella época la esclavitud era una práctica muy extendida en la cuenca mediterránea. Pablo consoló a quienes no les era posible liberarse legalmente y les recordó su condición espiritual íntima de libertad en Cristo. Señaló que su calidad de siervos o esclavos no acarreaba ninguna deshonra; al contrario, en Cristo los esclavos son iguales a los de rango social más elevado. Así el apóstol escribió en otra parte: Ya no hay judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús (Gálatas 3:28)[2].

    Por precio fueron comprados; no se hagan esclavos de los hombres (1 Corintios 7:23).

    Pablo concluye esta discusión repitiendo lo que dijo anteriormente: Han sido comprados por precio (1 Corintios 6:20). Todos los creyentes han sido comprados por el precio de la sangre de Cristo. Fueron liberados del dominio del pecado mediante la muerte de Jesús. Siendo poseedores de esta libertad, los creyentes no deben hacerse esclavos de los hombres.

    Pablo alienta a los creyentes a considerarse hombres y mujeres libres, independientemente de su situación o categoría social, toda vez que Cristo los liberó por medio de Su muerte en la cruz. Subrayó que la adquisición de la iglesia por parte de Cristo, la que este obtuvo a cambio de Su propia sangre, denotaba que la nueva identidad de la iglesia en Cristo requería un cambio de comportamiento por parte de los creyentes.

    Hermanos, que cada uno se quede para con Dios en la condición en que fue llamado (1 Corintios 7:24).

    Pablo define a los creyentes de Corinto como hermanos [y hermanas] al tiempo que repite la norma general de permanecer en la condición en que cada uno fue llamado. Estas palabras apuntan al hecho de que nadie que dependa de Dios puede saber en qué momento cambiar su situación.

    A estas alturas de la epístola, Pablo responde a una pregunta diferente que le plantearon los corintios en su carta. Retoma nuevamente asuntos relacionados con el matrimonio y el divorcio.

    Pero con respecto a los que son solteros, no tengo mandamiento del Señor, aunque les doy mi parecer como quien ha alcanzado misericordia del Señor para ser fiel. Pues, a causa de la presente dificultad, bien me parece que al hombre le sea bueno quedarse como está (1 Corintios 7:25,26).

    En muchas otras traducciones se alude a vírgenes en lugar «solteros». Esas mujeres probablemente estaban comprometidas, pero no casadas todavía. Por lo visto se discutía entre los creyentes de Corinto si las parejas que estaban comprometidas debían honrar su compromiso y casarse. Pablo expresó que Jesús no había enseñado nada concreto sobre el tema (no tengo mandamiento del Señor). Lo que quizá quiso decir Pablo es que la dificultad por la que pasaban en ese momento los corintios —que algunas versiones de la Biblia traducen por crisis o necesidad que apremia— presentaba un singular problema que ni Jesús ni el Antiguo Testamento habían tratado. Así y todo, Pablo, en calidad de apóstol, tenía autoridad para emitir juicio.

    Al matizar su respuesta diciendo me parece, Pablo ofrece una opinión o preferencia suya en lugar de una regla tajante. Manifestó claramente que su preferencia se debía a la circunstancia que la iglesia enfrentaba en esa época. Su opinión era que los no casados debían permanecer solteros a causa de la presente dificultad.

    No es fácil saber a que se refería Pablo exactamente cuando dijo la presente dificultad. Más o menos en ese periodo de la Historia se produjeron varias hambrunas; quizá con ello aludía a hambres que tuvieron lugar en Grecia y que causaron dificultades a la gente de Corinto. En un capítulo posterior Pablo observó que algunos de los creyentes corintios llegaban con hambre a participar en la cena del Señor (1 Corintios 11:21). A la luz de esas dificultades fue que Pablo recomendó que los solteros se quedaran solteros. Eso no quiere decir que las vírgenes no debían casarse nunca ni que ese debiera seguir siendo el estado de cosas; se trataba más bien de una interrupción temporal de las bodas debido a la crisis puntual que vivían.

    ¿Estás ligado a esposa? No procures desligarte. ¿Estás libre de esposa? No busques esposa (1 Corintios 7:27).

    En aquel momento Pablo probablemente pensaba en los que habían hecho un compromiso o estaban prometidos en matrimonio. Él no quería que los que estaban prometidos rompieran su compromiso; más bien propuso que lo postergaran. También sugirió que los que se habían librado de obligaciones conyugales no buscaran esposa. Lo que quería indicar principalmente era que quienes ya estaban comprometidos no debían casarse aún y que los que habían roto sus compromisos no debían tratar de contraer nuevas nupcias.

    Pero también, si te casas, no pecas; y si la soltera se casa, no peca; aunque aquellos que se casan tendrán aflicción en la carne, y yo quisiera evitársela (1 Corintios 7:28).

    Pese a que Pablo opinaba que el matrimonio no era aconsejable debido a las dificultades del momento, no manifestaba con ello que fuera pecado casarse. Los que sí se casaran debían hacerlo con los ojos bien abiertos a los contratiempos que enfrentarían. Dado que en la región había hambrunas, probablemente lo que quería decir Pablo es que el matrimonio haría más difícil poner comida en la mesa. Llamó a los solteros a ser cautelosos, pues quería evitarles esos ahogos.

    Pero les digo esto, hermanos, que el tiempo se ha acortado. En cuanto al tiempo que queda, los que tienen esposas sean como si no las tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que se alegran, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; y los que disfrutan de este mundo, como si no disfrutaran de él. Porque el orden presente de este mundo está pasando (1 Corintios 7:29-31).

    El que Pablo calificara de hermanos a los creyentes de Corinto demuestra que velaba por el bienestar de ellos. Toma en cuenta a todos los creyentes: los casados, los divorciados, los que están comprometidos y los solteros. Deja bien claro que el tiempo es corto y que el mundo en su estado actual está por desaparecer. Menciona a varios tipos de personas: los que están casados, los que lloran (o están de luto), los que están felices y se regocijan y los que tienen tratos con el mundo.

    Todas esas actividades son honrosas según la perspectiva de Pablo, pero están orientadas hacia esta vida terrenal, «el orden presente de este mundo» y sus asuntos de todos los días, que no son eternos. Al apóstol le preocupaba que los creyentes estuvieran demasiado inmersos en esas actividades y por tanto promovía una perspectiva eterna. Los cristianos deben vivir como si no tuvieran esposas, como si no lloraran, no se alegraran y no tuvieran posesiones que les ocuparan la atención. Lógicamente esas palabras no debían tomarse en sentido absoluto. En otros pasajes él ofreció una perspectiva equilibrada del matrimonio y la sexualidad (Efesios 5:22-33), del gozo y la alegría (1 Tesalonicenses 5:16), del llanto (Filipenses 3:18) y de las posesiones (1 Timoteo 6:8). En este pasaje Pablo les recuerda a los corintios que estos aspectos legítimos de la vida no deben absorberles la atención.

    Quisiera, pues, que estuviesen libres de ansiedad. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor;pero el casado se preocupa de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposa, y su atención está dividida. La mujer no casada, o soltera, se preocupa de las cosas del Señor, a fin de ser consagrada tanto en cuerpo como en espíritu. En cambio, la casada tiene cuidado de las cosas de la vida, de cómo ha de agradar a su esposo (1 Corintios 7:32-34).

    Esto digo para su provecho; no para ponerles restricción, sino para que vivan honestamente, atendiendo al Señor sin impedimento (1 Corintios 7:35).

    Pablo, a título personal, consideró una ventaja que los cristianos permanecieran solteros. Las personas así podrían dedicarse íntegramente al servicio del Señor. En cambio, una persona casada tendría la atención dividida entre su deseo de agradar al Señor y su obligación de complacer a su cónyuge. No obstante, Pablo aclara que no está escribiendo un mandamiento o aprovechándose de su posición de apóstol para decirles a los solteros que se abstengan de casarse. Más bien está instruyendo a sus lectores para ayudarlos a determinar si deben o no casarse.

    Si alguien considera que su comportamiento es inadecuado hacia su virgen y si está en la flor de la edad y por eso siente obligación de casarse, puede hacer lo que quiere; no comete pecado. Cásense (1 Corintios 7:36).

    Si bien Pablo estimaba que en aquel momento la mejor opción era permanecer soltero, sabía que no era la única alternativa válida. Dios había dictaminado el matrimonio —el cual Jesús refrendó en Mateo 19:4-6—, lo que significaba que su legitimidad era incontrastable. Pablo matizó su consejo diciendo que las mujeres que estuvieran comprometidas a casarse y estuvieran ya entrando en edad no debían posponer el matrimonio. Si una persona está convencida de que casarse es lo que corresponde para ella, no debería tener reparos en hacerlo. No comete pecado.

    Pero el que está firme en su corazón, no teniendo necesidad, sino que tiene dominio sobre su propia voluntad y así ha determinado en su corazón conservársela virgen, hará bien. De modo que el que se casa con su virgen hace bien; y de igual manera, el que no se casa hace mejor (1 Corintios 7:37,38).

    Pablo señala que no debería haber coacción. Tanto la persona que decide casarse como la que decide no hacerlo está eligiendo bien. Da la impresión de que algunos miembros deseaban ejercer control sobre otros en asuntos de esa índole; Pablo en cambio no les permitió que lo hicieran. Expresó su recomendación sobre posponer el matrimonio teniendo en cuanta la crisis que se vivía en ese momento; sin embargo, él sabía que las personas directamente interesadas en el asunto debían tomar sus propias decisiones. Los que se casaban hacían bien y los que optaban por no casarse también; ambas opciones eran aceptables.

    La esposa está ligada mientras viva su esposo. Pero si su esposo muere, está libre para casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor. Pero según mi opinión, más feliz será si permanece así. Y pienso que yo también tengo el Espíritu de Dios (1 Corintios 7:39,40).

    Pablo retorna a asuntos relacionados con las viudas. Empieza por recordarle al lector la conocida norma de que el matrimonio es de por vida, aunque solamente hasta la muerte del cónyuge (Romanos 7:2). Tras la muerte del marido, la viuda es libre de casarse.

    Si bien Pablo consiente en que haya un nuevo casamiento o segundas nupcias, en su opinión una viuda estaría más feliz si permaneciera soltera. Este consejo estaba pensado en la situación en que se hallaba Corinto. Ya que su opinión podía parecer contraria a los principios bíblicos generales que fomentan el matrimonio, Pablo quería asegurarse de que nadie desechara su opinión con demasiada ligereza. Por eso les recordó que él también tenía el Espíritu de Dios.


    Nota
    A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.



    [1] Una explicación más detallada del uso del vocablo doulos en el Nuevo Testamento se encuentra en Vivir el cristianismo: Los Diez Mandamientos (Autoridad, 4ª parte).

    [2] Véase también Colosenses 3:11.

    Categorías: 1 y 2 Corintios, biblia, matrimonio, apóstol pablo, peter amsterdam, teología

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  • Feb 4 1 Corintios: Capítulo 7 (versículos 1-16)
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